Un fertilizante o abono es cualquier sustancia, ya sea orgánica o inorgánica, que contiene nutrientes en formas asimilables por las plantas. Su objetivo es mantener o aumentar el contenido de estos elementos en el suelo, mejorar la calidad del sustrato a nivel nutricional y estimular el crecimiento vegetativo de las plantas, entre otros beneficios. Ejemplos de abonos naturales o ecológicos se encuentran en el estiércol clásico, mezclado con los desechos agrícolas y forraje, así como en el guano formado por los excrementos de aves, como el de las gallinas en el corral. Estos abonos orgánicos son valiosos por su capacidad de aportar nutrientes esenciales y mejorar la estructura del suelo de manera sostenible y respetuosa con el medio ambiente.